Entro en el tren
y los veo:
Vacíos,
Silenciosos
e Indiferentes.
Agachando la cabeza
para no mirarse.
Escondiendo las manos
para no rozarse.
Cada uno con su cruz
y con su jodida cara.
Vagones repletos
de soledad-
Pensamientos oscuros.
Entonces
me pongo a pensar
que todos guardamos
un asesino dentro
a la espera
de sentir
la felicidad
o el odio
o simplemente
un gesto desagradable
de los otros
para matar.
Para poner fin a vidas
que, nosotros sabemos,
están hundidas en el miedo.
Miedo a no mirarse.
Miedo a no rozarse.
Miedo a no ser
lo que se supone
que debemos ser.
En definitiva
miedo a no tener
algo a lo que agarrarse
cuando ya no queda nada.
Hoy el vagón
estaba repleto de asesinos.
Un poeta los miraba
y pensaba en el amor.
Porque la vida de un escritor
será siempre más interesante
que la de cualquier asesino.
(23-X-13)
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