lunes, 4 de noviembre de 2013

Un Lugar donde esconderme

NOTA: tras pasar unos días en el pueblo con mis fieles amigos, vuelvo a Madrid. A sus horarios y sus prisas. Y, por supuesto, vuelvo a escribir:

No comprendo
la inmediatez
de la juventud.
Sus besos sin futuro,
sus penas sin porvenir.

Yo he crecido
en una hoja en blanco.
No sé
de discotecas
que deslumbran
el miedo
con sus luces.
Ni de
noches de alcohol
que retuercen sonrisas
entre una soledad
infinita.

Ni de polvos matutinos
Ni de polvos vespertinos
Ni de Adioses
tras el polvo.
Tras olvidados Te-quieros
entre la ropa arrugada.

No comprendo
la juventud
como quien no comprende
la flor.

Yo nací
en los márgenes
de una historia
olvidada,
crecí
en el silencio
y elegí vivir
entre palabras.

Tal vez por ello
prefiero
la mudez de un poema.
Mientras los Normales
ríen ahí fuera.

Me pueden arrebatar
poco a poco
todo lo que amo
y todo lo que una vez amé.

Mis sonrisas
y mis abrazos.
Besos
no
correspondidos
perdidos
en
el
tiempo.

Me escondo
porque tengo
un Lugar donde esconderme
mientras el mundo
gira.
Mientras todos ríen
tras la ventana
de las horas.

Y escribo.
Escribo
para ser
Algo más.

Algo más
que una rosa
en el asfalto.
Algo más
que uno
entre los demás.

Algo más
que
NADA.

Porque
después de
casi diez años
poniendo
una palabra
tras otra,
no he conseguido
escribir NADA
que merezca la pena
decir.
Quizás por eso
sigo escribiendo.
Y guardando en secreto
los sueños de un hombre corriente.

(4-XI-13)

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