domingo, 8 de diciembre de 2013

Las sartenes

Recuerdo
cuando los bancos
regalaban sartenes
junto con las promesas.
Años después
te quitaban la casa,
pero te dejaban quedarte
con las malditas sartenes
como muestra
de su buena voluntad.

Y ahora es
un todo
de sartenes,
un todo
de cubiertos,
un todo
de cristalería
de bohemia

y
una nada
de comida,
y
una nada
de colegio,
y
una nada
de hogar

y
un
basta ya.

Empuñemos
sus sartenes
y rompamos
sus promesas.
Enarbolemos
sus cuchillos
y cortemos
su ignorancia.

Hagamos saltar
los cristales de la noche.

Somos
bellos y terribles.
Ángeles
sin paraíso,
ángeles
hambrientos
sin paraíso.

Hoy el banco
regala
tablets
y libros
electrónicos.
Pero
¿qué leerán
los deshauciados
cuando comprendan
que todo era mentira?
¿cuando descubran
que les engañaron
con un libro
sin páginas?

Ni el verso
más bello
podrá aplacar
tanta ira.

Ni la noche
más oscura
podrá acallar
tanto ruido.

Porque
mañana
el hambre
tirará piedras.
El hambre
romperá muros.
El hambre
quemará calles.
Y no harán falta
sartenes.
Y no harán falta
poemas.

Y bastará una chispa
para incendiar el mundo.

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