miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Qué tendrá Brontë que no tenga yo?

Sé que no soportas
mis versos alicatados,
mis aires de gatoflauta.

Y deja de hablarme
en
imbecisílabo
y búscate
un trabajo,
que yo también sé
sembrar
mariposas
en los corazones
del mundo.

Y deja
los putos libros
y
desnúdame
de
una
puta
vez,
que Dostoievsky
no va a hacer
que se te ponga
dura.

Y la próxima
camisa
que te la compre
James Joyce.
Y los gayumbos
te los va a
lavar
el jodido
Arcipreste de Hita.

Que te sabes
toda
la maldita
Generación
del
treintainosecuántos
y no
te acuerdas
del día
de mi cumpleaños.

¿Qué tendrá
Brontë
que no tenga
yo?

¿Qué
tendrá
Pizarnik?

¿Quieres
dejar de leer
y mirarme
las tetas?
¿O voy a
tener
que escribir
encima
para que
las mires?

Es entonces
cuando cierro
el libro
y pienso
lo bella
que estarías
con aquellos
versos
de Pizarnik
escritos
sobre tus pechos:
"Una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos"

Y QUÉ BELLA ESTARÍAS.

Bella
como
Escila,
bella
como
Anfibesna.
Como
Circe
y Salomé.

Bella
como sólo
bella puede ser
una mujer
que habla sin flores
y abraza sin tildes,
que besa
con dientes
y muerde
caricias,

y que destroza
con sus andares
el jardín de las Hespérides.

(11-XII-13)

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